Suelo decirle a la gente que te he olvidado, que yo
estoy bien, que lo llevo mejor de lo que pensaba, y he intentado creérmelo
repitiéndolo también en mi cabeza una y otra vez. Pero no estoy preparada para
olvidarme de ti. No me siento con fuerzas para concienciarme de que ya no vas a
estar ahí. No me gusta ir a la cama, echo de menos tus buenas noches, y también
tus buenos días. No soy capaz de dar un paso hacia ningún lado.
Me he quedado estancada en este agujero y tengo miedo
de echar a caminar sin ti. Soy la espectadora
de una lucha entre mi corazón y mi cabeza que parece que nunca tendrá fin.
Odio recordarte. Odio que ahora hagas el papel de otro
recuerdo más en mi vida cuando eras tú la que me daba los mejores momentos,
esos que me hacían sonreír y ahora me duelen tanto al pensar que ya no los voy
a tener más.
Mi psicólogo
me preguntó “¿Por qué no puedes dormir?” Y yo le dije tu nombre.